viernes, 15 de junio de 2012

INGAPIRCA

CULTURA INCA

Entre 1465 y 1532 N.E., el imperio Inca se asentó en Ecuador principalmente en la Sierra.
En la Costa, su presencia fue menor, ubicándose especialmente en la actual provincia de Manabí.
Los Incas extendieron su reino a través del actual territorio ecuatoriano, gracias a la construcción de centros estatales, como Tomebamba, y ceremoniales, como Ingapirca, desde donde controlaron y difundieron sus ideas políticas y religiosas.
Con el tiempo, sus ejércitos avanzaron hacia el norte dejando huellas en San Agustín de Callo, Quito y la región de Imbabura.
Bajo el mando incaico, se construyeron fortalezas de piedra y grandes centros poblados en los que se desarrollaban actividades cotidianas y comerciales.
La economía de los Incas se basó en la agricultura y la ganadería. La construcción de grandes terrazas de cultivo y acequias en piedra contribuyó al desarrollo de una agricultura intensiva de productos como el maíz, la quinua y el fréjol.
Obtenían tanto la carne que complementaba su dieta como el material necesario para la elaboración de diversos textiles de las llamas, los guanacos, las vicuñas y las alpacas.
Los incas construyeron una extensa red de caminos utilizados tanto para el comercio interregional como para el tránsito de los chasquis, personas encargadas de llevar mensajes de un lugar a otro.
Las sociedades locales adoptaron el estilo cerámico introducido por los incas, caracterizado particularmente por los vasos conocidos como keros y las vasijas con decoración prolicomada, llamadas aríbalo.

CULTURA PURUHA


Entre los años 1250 y 1530 N.E., en las actuales provincias de Chimborazo y Tungurahua, vivieron los Puruhá.

En medio de un paisaje predominantemente abrupto y frío, enmarcado por los volcanes Chimborazo y Tungurahua construyeron sus casas en forma rectangular con piedra laja o tapia pisada, techo de paja y rodeadas por cercas de cabuya o pita.

Los hombres vestían mantas de lana hasta las piernas, mientras que las mujeres utilizaban anacos o faldas que amarraban con un fajón a la cintura.

Fabricaron jarros, platos y copas en cerámica; todos en forma de cabezas dramáticas y estilizadas que hacen alusión a temas relacionados con el poder y la fertilidad.

También fueron grandes metalurgistas. Elaboraron gran cantidad de adornos personales en cobre como tupos, orejeras, narigueras, diademas y coronas; herramientas para el trabajo de la tierra como puntas de proyectil y hachas; y armas para la guerra como propulsores o lanzadardos.

Basaron su economía en el cultivo de hortalizas, fréjoles, papa y maíz para lo cual construyeron acequias de riego, criaron cuy y llamas, cazaron venados y aves e intercambiaron productos como cabuya por sal y algodón con las tierras bajas de occidente.

Entre los años 400 y 1532 N.E., los grupos Cañari habitaron las actuales provincias de Azuay y Cañar, desde las cabeceras del nudo del Azuay hasta Saraguro.
Los Cañari estuvieron organizados en señoríos y constituyeron una unidad cultural y lingüística importante.
Desarrollaron una agricultura muy productiva de legumbres, fréjoles y papas; actividad que complementaron con la caza de venados y la domesticación de llamas, cuyes y perros.
En sus enterramientos, los Cañari depositaban objetos elaborados en oro y cobre como narigueras, collares y cascabeles; en piedra, como cuentas de collar,  llipteros y piedras de moler, y ofrendas de conchas, ají, algodón y plumas de aves de colores que obtenían mediante el intercambio con las tierras bajas de oriente y occidente.
Adoraron los cerros altos, la luna, las piedras y las lagunas en las que realizaban ceremonias rituales para ofrendar a sus ancestros.
Cuando los Incas llegaron a territorio Cañari, algunos señoríos los enfrentaron, mientras que otros fueron sometidos.



Forma ligeramente Inca de factura Cañarí. Amalgama de dos estirpes guerreras.
Nación Cañari bajo la administración del Imperio incaico
 
Luego de la conquista Inca se crearon cuatro centros administrativos, siendo estos Cañaribamba, Tomebamba (Guapondelig, renombrada y refundada por los Incas), Ingapirca (cerca de Hatun Cañar) y Molleturo.
- Molleturo se convirtió en el centro que administraba y cobraba los impuestos a los pueblos de la costa norte del Imperio Inca.
- Ingapirca se re-fundó sobre un centro Cañari y ahí se edificó un palacio para la adoración a Inti (dios Sol), por la magnificencia y suntuosidad del palacio este se transformó en el más famoso del norte del imperio. Además aquí residían Acllas o Vírgenes del Sol, las cuales eran además funcionarias del Estado Inca.
- Tomebamba, Ciudad que fue fundada sobre un asiento Cañari, el nombre de este asiento se cree fue Guapondelig. Bajo la orden de Túpac Yupanqui se construyó el palacio de Pumapungo desde donde se empezó a administrar el sector norte del Imperio Inca, años después Huayna Capac regresó al norte del imperio para aplacar la rebelión de las naciones norteñas y por ello se instaló en Tomebamba, bajo su dominio en esta ciudad edificó un templo de adoración a Quilla (diosa luna), otro para la adoración a Viracocha, otro para la adoración al Inti/dios Sol (aunque se piensa que este en realidad es Ingapirca), hizo un adoratorio donde colocó una estatua de oro a tamaño real de su madre, amplió y adornó el Palacio de Pumapungo.
- Cañaribamba se habría convertido en un centro importante para posada de aristocracia Inca en la
provincia, además ayudaba a Tomebamba a administrar y gobernar todo el norte del Imperio.

CULTURA MANTEÑO-GUANCAVILCA


Los Manteño-Guancavilca vivieron entre el 1100 al 1520 n.e. a lo largo de la Costa ecuatoriana, desde la isla Puná, frente al golfo de Guayaquil, hasta Bahía de Caráquez.
Su principal modo de subsistencia fue el cultivo de yuca, maíz, maní, tomates, ají, piña, aguacate y zapallo en camellones o campos elevados; la caza de diferentes animales como el venado y el saíno; y la cría doméstica de llamas y patos.
Asimismo, el mar, los esteros y el manglar les proveyeron de conchas, caracoles, crustáceos y peces.

Gracias a la construcción de grandes embarcaciones en palo de balsa, la llamada “liga de mercaderes” logró cubrir amplias rutas comerciales en las que intercambiaba bienes suntuarios como textiles, conchas Spondylus y adornos de madreperla por lapislázuli, turquesa y cobre.

Existieron grandes señoríos distribuidos en poblados dispersos gobernados por una autoridad central. En las antiguas poblaciones de Jocay, hoy conocida como Manta, Agua Blanca, Cerro Jaboncillo y Cerro de Hoja, construyeron casas de madera de diversos tamaños con techos de paja u hojas de palma, terraplenes y grandes centros ceremoniales, todas sobre basamentos de piedra. En estos sitios se han encontrado numerosos vestigios en piedra como las características sillas en forma de U y las estelas.

La cerámica de color negro ahumado contó con superficies muy pulidas, brillantes y decoradas mediante incisiones, escisiones y pastillaje. Entre las principales representaciones, se encuentran estatuillas masculinas y femeninas desnudas que muestran con detalle atuendos típicos y grandes señores generalmente sentados sobre bancos de poder. Se destacaron en la actividad textil. Prueba de ello son las agujas elaboradas en hueso, oro, plata y cobre; los torteros o fusayolas y la diversidad de faldas, camisas cortas y tapa-rabos de varios colores elaboradas en algodón y pelo de llama. También fueron grandes orfebres. Elaboraron piezas martilladas y repujadas como orejeras, narigueras y pectorales.
Máscara y sombra son las representaciones del silencio. Testigos del universo, gobernaban los rituales de la naturaleza en el tiempo en que los dioses aún dialogaban con sus criaturas humanas.

CULTURA MILAGRO QUEVEDO


Entre el 700 y el 1530 d.C., los pueblos Milagro-Quevedo se asentaron a lo largo del sistema fluvial del río Guayas, incluyendo sus principales ríos afluentes: Daule y Babahoyo, desde el golfo de Guayaquil hasta Santo Domingo de los Tsáchilas.
Su población numerosa y bien organizada contó con centros administrativos importantes.
Las viviendas de madera con techos de hojas de palma fueron construidas sobre plataformas elevadas o tolas de hasta 10 metros de diámetro y 2 metros de altura.
Las tolas empleadas para la construcción de los centros ceremoniales y casas comunales llegaron a medir hasta 60 metros de largo.
Sus enterramientos característicos fueron de tumba en forma de “chimenea”: dos o más vasijas superpuestas conformaban un tubo dispuesto verticalmente en cuyo fondo se depositaba el ajuar y el esqueleto.
La ubicación de esta sociedad sobre importantes corredores fluviales les permitió controlar las rutas comerciales así como la construcción de diques naturales y campos elevados para el cultivo de maíz y yuca.
Elaboraron en cerámica platos, cuencos, compoteras y grandes vasijas, conocidas como “cocinas de brujo”, caracterizadas por incisiones, puntos y diseños de serpientes o ranas que reflejan la fauna local.
Fueron también grandes metalurgistas. Trabajaron principalmente el cobre con el que fabricaron objetos como agujas, cinceles, anzuelos, pinzas depilatorias y numerosas y pequeñas hachas a las que comúnmente se les conoce como “hachas moneda”.
El sombrío matiz del cobre arsénico evoca el recóndito lugar de la entraña de la tierra, la incertidumbre que nos aguarda y el ancestro que la resguarda.

CULTURA GUANGALA


Los Guangala habitaron en la península de Santa Elena, en la actual población de La Libertad, cerca de las desembocaduras de los ríos y en las lomas de las cordilleras de Chongón y Colonche, entre el 200 ANE. y el 800 NE..
Esencialmente, fueron agricultores de maíz y diversas cucurbitáceas, como el zapallo y la calabaza, y complementaron su dieta con la pesca de crustáceos como el camarón y el cangrejo de aguas profundas, la recolección de mariscos en los manglares y la caza de animales como ciervos, armadillos, tortugas y diversos tipos de monos.
Trabajaron el metal empleando técnicas como el martillado, repujado, fundición y soldadura para la elaboración de anzuelos de cobre, agujas y narigueras.
Son característicos los conchales, profundos depósitos con restos de crustáceos de donde obtenían la materia prima para la elaboración de un sinnúmero de collares, narigueras, apliques y orejeras en diversos tipos de concha como la madre perla y la Spondylus.
Asimismo tallaron la madera tanto para la construcción de canoas como para la elaboración de diversos collares, amuletos y herramientas de trabajo. Para hacerlo, utilizaban varias herramientas como cinceles de cobre arsenical, hachas, raspadores, conchas y cuchillos.
La cerámica, ahumada y de color crema, se caracteriza por una abundante y fina decoración incisa y policroma con motivos geométricos y lineales. Abundan representaciones de la vida silvestre en pequeños formatos que quizás sirvieron para el entretenimiento de sus niños. Los enterramientos presentan ofrendas compuestas por vasos cerámicos, pesas de redes, hachas de piedra, anzuelos, conchas, instrumentos musicales y recipientes para cal.

Estrada clasificó las estatuillas de esta cultura en dos clases: A y B, en las que se representan a la mujer en posición sentada y en otras sosteniendo a un niño en sus brazos. Las figuras masculinas generalmente están desnudas, algunas con taparrabo, y adornadas con aretes y collares múltiples y con las manos en la cintura con tatuajes o pintura corporal. Las figuras femeninas y masculinas cumplen la función de silbato.

La calidad y la delicadeza de los objetos cerámicos es única, el uso de los colores rojo, negro y ocre han definido a esta decoración como Guangala tricolor, formando figuras zoomorfas y geométricas.

Fabricaron ollas globulares y sencillas para uso doméstico y decoradas con pintura roja. Las usadas para fines ceremoniales lo constituyeron: copas, compoteras dobles, vasijas de borde ancho, recipientes pequeños de formas diversas. En cerámica también fabricaron instrumentos musicales como silbatos, sellos y ocarinas.
Concha y Piedra. Los trabajos en concha madre perla (Pinctada Mazatlánica) son únicos. Predominan los pendientes de las más diversas formas. De caracoles pequeños fabricaron depósitos para almacenar cal, llamados lliptas, fueron tallados formando diseños geométricos y aves marinas. De la colmena de los caracoles, hicieron azadones. De piedra andesita hicieron hachas, metates y manos de moler. Otros objetos son los pesos de red, pequeños pulidores de cerámica y esferas con ranura en la parte central, usadas como boleadoras, en la cacería de pequeñas aves. Metalurgia. El cobre es el primer metal que se emplea en las culturas de la costa ecuatoriana. El hombre de la cultura Guangala, es el primero en usarlo. Al final de este periodo se comienza a trabajar con otros metales como el oro y el platino. Se fabricaron anzuelos de cobre de diverso tamaño, al igual que de concha Pinctada Mazatlánica. Estatuilla de cerámica antropomorfo femenino. Como vestimenta tiene una pequeña falda. Es un figurín silbato que en la parte superior de la cabeza presenta un orificio por donde se sopla.

A la altura de los omoplatos se puede observar dos agujeros por donde sale el aire emitiendo un sonido musical debido a dos pequeñas cámaras de aire esféricas que fueron insertadas en el interior del cuerpo de la figura. La cerámica es alisada y pulida, color amarillo ocre.

Su cabeza evidencia deformación craneal. Las deformaciones se generaban por aplicación de tablillas y/o almohadillas atadas con fuertes ligaduras para presionar la caja craneal durante la temprana niñez.

Banco de Piedra.

CULTURA TOLITA


La cultura de Tumaco-La Tolita fue una cultura precolombina que se difundió por la región costera de Colombia y Ecuador. Dos de los yacimientos más notables de esta cultura amerindia son Tumaco y La Tolita, de los que toma su nombre. Dependiendo de la fuente, puede aparecer denominada también como cultura de Tumaco o de La Tolita. La evidencia arqueológica disponible de esta cultura es antigua en el caso del sitio de La Tolita, cuyos materiales han sido fechados alrededor del año 600 a. C., mientras que en Tumaco las fechas más antiguas corresponden a 300 a. C.
Esta región se caracteriza por ser boscosa, húmeda, por la presencia del manglar, las lluvias abundantes a lo largo del año y una gran variedad de flora y fauna. La atraviesan anchos ríos navegables y numerosas islas en las zonas de desembocadura. Precisamente, en la del río Santiago, se encuentra la isla de La Tolita, cuyo nombre proviene de las tolas allí presentes.
En el pasado, sobre sus cimas se construyeron templos de forma rectangular con techos inclinados y accesos con gradas que fueron usados tanto para el enterramiento como para la vivienda de personajes importantes. En las tumbas, los muertos, extendidos o de costado, llevaban como ajuar gran cantidad de objetos de metal y utilitarios.
Su economía giró en torno al cultivo, en campos elevados, de maíz, calabaza, ají, fréjol y yuca, pero también a la caza de sainos, jaguares, venados, armadillos y zarigüeyas y a la recolección de caracoles, tortugas, iguanas, peces y concha en el manglar.
La cerámica de La Tolita se caracterizó por el uso de una arcilla grisácea y arenosa en la elaboración de cántaros, jarros, vasos trípodes, sahumadores y ralladores de yuca.
Las figuras humanas se destacan por mostrar de forma realista diversas etapas de la vida, actividades cotidianas, figuras de sacerdotes, personajes de la élite y chamanes.
Los orfebres de La Tolita trabajaron el oro, la plata, el cobre y el platino para la elaboración de máscaras, brazaletes, anillos, colgantes, apliques para los labios, narigueras, diademas, alfileres y figuras en forma de jaguar o serpiente.
La isla la Tolita fue considerada como un gran centro ceremonial y el núcleo privilegiado para intercambios con grupos no sólo de la Sierra, sino también de las selvas trasandinas de donde obtenían la obsidiana, el cuarzo, la jadeíta y la esmeralda: piedras de un alto valor simbólico, empleadas en ceremonias y ritos chamánicos.
Destaca la orfebrería del oro y la tumbaga, en forma de bellas máscaras y figurillas antropomorfas que reflejan una sociedad jerarquizada con complejos ceremoniales. Estas piezas provienen de las tolas, enterramientos dispersos en forma de montículo con ricos ajuares que han sido víctimas en numerosas ocasiones de saqueos.

CULTURA BAHIA


Las comunidades Bahía vivieron entre el 450 ANE. y el 700 NE.. en la Costa del Ecuador y se extendieron desde Bahía de Caráquez hacia el sur.
En medio de un paisaje predominantemente boscoso, con temporadas secas durante algunas épocas del año, practicaron la agricultura y la pesca como medios de subsistencia.
Los Bahía fueron grandes navegantes. Utilizaron balsas con vela para comunicarse con poblaciones vecinas como Guangala y La Tolita, con quienes compartieron algunas similitudes tecnológicas.
También las usaron para desplazarse hasta la Isla de la Plata, a unos 50 km de tierra firme. En esta isla, los arqueólogos han encontrado objetos de carácter ritual que sugieren que, en el pasado, funcionó como lugar de peregrinaje y centro ceremonial.
En sus enterramientos, depositaron gran cantidad de objetos simbólicos, especialmente figuras de cerámica de gran formato, concha Spondylus y huesos.
El estilo cerámico Bahía se caracterizó por representaciones de animales como la ardilla y el zorro, y por la fabricación de figuras humanas de gran tamaño que parecen chamanes o sacerdotes.
Por lo general, estos personajes se encuentran ricamente adornados con narigueras, orejeras y pectorales; sujetan en sus manos recipientes para cal y portan serpientes en sus  cuerpos.
Las comunidades Bahía también trabajaron la piedra, la concha, el hueso y fibras naturales como el algodón con el que hilaron y tejieron finas mantas de uso cotidiano y ritual.
Construyeron sus casas con techo a dos aguas cerca de la playa, de manera ordenada, en grandes extensiones y sobre plataformas rectangulares.

fijura masculina

CULTURA JAMA-COAQUE


Entre el 350 ANE. y el 1530 NE. las sociedades Jama-Coaque habitaron en la costa ecuatoriana desde el cabo de San Francisco hasta Bahía de Caráquez, principalmente en los valles de Jama y Coaque. Vivieron en poblados dispersos a lo largo de los valles de los ríos y construyeron centros urbanos caracterizados por plazas, templos y edificios públicos.
De manera particular construyeron casas-templo de forma rectangular en las que el chamán realizaba ceremonias, ofrendas y atendía a su comunidad.
Su subsistencia dependió del cultivo de una variada cantidad de productos como el maíz, el fréjol, la yuca, el algodón y la calabaza, en las laderas de las colinas y en camellones o campos elevados.
Complementaron esta actividad con la pesca y la caza de animales como el armadillo, el jaguar, la tortuga y la zarigüeya.
La elaboración en cerámica de una gran cantidad de figuras humanas ricamente ataviadas y seres mitológicos profusamente adornados con serpientes, colmillos de jaguar y ojos de águila; decorados con aplicaciones coloreadas con pigmentos verde, amarillo, negro y blanco, sugiere la importancia que tenía el mundo ritual y ceremonial así como la existencia de una marcada diferenciación social.
La gran variedad de sellos o pintaderas, punzones y torteros nos hace pensar en la importancia y el gran nivel alcanzado en la elaboración de finos y decorados textiles. Los Jama-Coaque fueron además grandes orfebres. Mediante técnicas como el martillado y repujado de láminas de oro, elaboraron narigueras, orejeras, collares y placas colgantes.

FIGURILLAS Y VASIJAS:



Las figurillas y vasijas en forma humana de ceramica son caracteristicas de la cultura Jama Coaque. Su produccion perduro durante todo el periodo de desarrollo de esta cultura, entre el 300 a.C. y el 300 d.C., aunque pueden continuar hasta el 1500 d.C. La gran mayoria se ha encontrado de manera casual en contextos funerarios.
Son figuras, vasijas en forma humana y figuras adosadas a vasijas o bien unidas a ellas por canaletes o asas estribo. Miden entre 10 y 35 cm de altura. Son muy numerosas, de formas extremadamente variadas y se caracterizan por el refinado naturalismo con el cual han sido realizadas. Representan personajes ricamente ataviados como sacerdotes y jefes, guerreros, musicos, artesanos, mujeres y otros personajes. Las representaciones de animales, mas raras, suelen incluir felinos.
Estas figuras se reconocen por sus proporciones mas bien gruesas, su cara redonda de frente amplia, ojos grandes y nariz ancha y una gran preocupacion por la apariencia personal: con deformacion craneana intencionada, vestimentas y tocados sofisticados, y con una gran cantidad de ornamentos, siendo los mas frecuentes narigueras y orejeras sobrepuestas.
Estas figuras de arcilla han sido alisadas y decoradas con aplicaciones de pastillaje, antes de ser pintadas en rojo, amarillo, verde, blanco y negro sobre una base de pintura blanca. En algunas ocasiones conservan parte de los brillantes colores con que estaban pintadas.

domingo, 10 de junio de 2012

CULTURA PANZALEO


Entre el 500 ANE. y el 1500 NE. diversos grupos ocuparon la sierra centro y norte y su vertiente oriental, a la altura de la región de Cosanga y Baeza, desarrollando un estilo cerámico que hoy día conocemos con el nombre de Cosanga-Píllaro o Panzaleo.Estos grupos construyeron sus viviendas principalmente en las laderas de las colinas donde podían aprovechar los diferentes microclimas y tenían acceso tanto a los valles de las tierras bajas y cálidas del Oriente como a las tierras altas de la Sierra.
Su dieta se basó en el cultivo de maíz, yuca y camote y en la caza de venados, monos y diversas aves. La cerámica que elaboraron se caracterizó por una pasta tan delgada y fina como una “cáscara de huevo”, con variedad de formas entre las que sobresalen grandes vasijas globulares decoradas con rostros humanos pintados con rojo sobre blanco, a veces con dos cabezas de gemelos, llamas y caras sonrientes o gritando. También trabajaron el oro utilizando técnicas como el martillado y el repujado y comerciaron dicho trabajo con los habitantes de las costas del Pacífico y los grupos indígenas del Oriente.

CULTURA CHORRERA


Entre los años 950 y 350 ANE., los pueblos Chorrera ocuparon la Costa del Ecuador y se extendieron dentro del territorio, a lo largo de las costas del río Guayas y sus ríos tributarios.
Los arqueólogos han identificado restos de esta cultura en el sitio Chorrera, en la provincia del Guayas, y en la población de Salango, en la provincia de Manabí.
El bosque húmedo tropical en el que habitaron les proporcionó los recursos naturales necesarios para desarrollar una intensa actividad agrícola y pesquera. Un gran número de personas dedicó su tiempo al cultivo de maíz, zapallo, yuca, tomate y fréjol.
Su dedicación los condujo a la implementación de una nueva tecnología agrícola: el uso de camellones cerca de los ríos en zonas que se inundaban con gran facilidad. Los camellones o campos elevados de cultivo son acumulaciones de tierra entre las cuales se construyen canales de agua que a su vez sirven como criaderos de peces.
Los Chorrera se inspiraron en las formas de la naturaleza y, especialmente, en la cantidad de productos que cultivaban, para la creación de vasijas, botellas rituales, platos, silbatos, flautas, sellos y figurines huecos cada vez más finos y livianos, más pulidos e iridiscentes, más coloridos, elaborados y complejos.
El período en el que estos pueblos se desarrollaron fue de gran comunicación e intercambio entre regiones. Los ríos tributarios del río Guayas les sirvieron como vía principal de comunicación con sus vecinos. Entre sus principales actividades comerciales figura el intercambio de productos agrícolas por piedras, como el cristal de roca y la obsidiana, útiles para la elaboración de adornos y objetos de poder.

CULTURA MAYO-CHINCHIPE



Entre los años 2000 y 300 a.n.e., en la actual provincia de Zamora-Chinchipe, grupos humanos habitaron la ceja de montaña, específicamente el área correspondiente al cantón Palanda, en las cabeceras del río Mayo-Chinchipe.
Vivieron en casas de forma redonda, dispuestas alrededor de una plaza central.
En excavaciones arqueológicas recientes, se descubrieron varias estructuras de piedra localizadas sobre una terraza fluvial y un camposanto con algunos depósitos funerarios.
Entre los contextos que se excavaron se destacan una hoguera ceremonial con ofrendas, un ordenamiento de piedras en forma de espiral y una tumba de pozo, con la entrada y la galería revestidas de piedras superpuestas, a manera de una segunda espiral.
Dentro de la tumba, como parte del ajuar funerario, se encontraron botellas de asa de estribo y cajas de llipta.
La presencia de materias exóticas dentro de las excavaciones, como conchas marinas del tipo Strombus o turquesas, sugiere que los habitantes del sitio participaron de una amplia red de interacciones con la Costa, la Sierra y la Amazonía occidental.
Los grupos que habitaron este lugar desarrollaron un importante arte lapidario que incluye figuras antropomorfas, chaquiras, cuencos y morteros que, a menudo, tienen representaciones iconográficas de animales de la selva tropical.

 A lo largo de la cuenca del rio mayo-chinchipe que se desarrolló una de las más antiguas culturas de la región transfronteriza: la cultura mayo-chinchipe[que se extiende desde las fuentes del rio Valladolid (en el parque nacional podocarpus, en Ecuador) hacia la desembocadura del río Mayo-Chinchipe con el Marañon (en Bagua, Perú). Esta cultura fue llamada Mayo-Chinchipe en referencia al rio del mismo nombre.

CULTURA MACHALILLA


Entre el 1600 y el 950 a. n.e., los Machalilla vivieron en la Costa ecuatoriana en algunos de los lugares anteriormente ocupados por los Valdivia, desde la provincia del Oro, en el sur, hasta la provincia de Esmeraldas, en el norte.
Estos pueblos, pertenecientes a la tradición Valdivia, desarrollaron un nuevo estilo cerámico al que conocemos como Machalilla.
El paisaje en el que se desarrollaron se caracterizaba por el predominio de zonas de manglar seguidas por un exuberante bosque húmedo tropical. Así, sus principales fuentes de subsistencia fueron el manglar y la pesca de conchas, camarones y cangrejos.
Manejaron embarcaciones capaces de alcanzar grandes distancias desde la playa que les permitieron conseguir peces de aguas profundas como el atún y el picudo.
Complementaron su dieta con la caza de una gran variedad de animales que habitan el bosque húmedo como el venado pequeño, la zarigüeya o el saino y una horticultura incipiente.
Los arqueólogos identificaron aldeas y centros poblados con montículos ceremoniales y cementerios.
En Salango, antiguo centro ceremonial, los arqueólogos excavaron la tumba de una mujer Machalilla enterrada en posición recogida cuyo cuerpo estaba protegido por una gran pieza cerámica en forma de caparazón de tortuga.
Durante este período, aparecen, por primera vez en el continente americano, las famosas botellas con asa en forma de estribo, las figuras huecas con ojos en forma de granos de café, las múltiples perforaciones en labios y orejas y la pintura roja y blanca.

CULTURA VALDIVIA


La cultura conocida como Valdivia vivió entre los años 4000 y 1500 a.n.e. Se extendió a lo largo de los valles fértiles de la costa, la cuenca del Río Guayas y el sur de Esmeraldas.
En la península de Santa Elena, los arqueólogos han reconocido el sitio Real Alto como una de las primeras aldeas o centros urbanos de América. Allí, la población socialmente más organizada y compleja, utilizando hachas, picos de piedra y azadas de concha y nuevas tecnologías como el manejo de aguas y movimiento de tierras, cultivó principalmente maíz, algodón, achira y fréjol.
Complementó esta actividad con la caza, la recolección de moluscos, ostras y caracoles en los manglares y la pesca en aguas profundas de donde obtenía la concha sagrada Spondylus, utilizada en ritos para propiciar la producción agrícola pues su presencia era signo de la llegada de las lluvias.
Dentro y fuera de las viviendas se desarrollaban actividades de carácter doméstico como la preparación de alimentos, el cultivo de plantas en pequeños huertos familiares, la fabricación de utensilios y herramientas para la caza y la pesca y la confección de diversos tejidos en algodón.
Reconocidos como uno de los primeros grupos ceramistas en América, utilizaron técnicas como el acordalado en la fabricación de cerámica en forma de mujer y vasijas decoradas con motivos religiosos que sirvieron tanto para el uso doméstico como para ofrendar a los espíritus; principalmente, en ritos relacionados con la fertilidad y la agricultura.
También trabajaron la piedra en la elaboración de distintas herramientas y objetos con representaciones de seres abstractos. La concha tuvo un gran valor simbólico, las piezas elaboradas en este material fueron depositadas en los enterramientos como parte de los ajuares funerarios.