Entre el 700 y el 1530 d.C., los pueblos Milagro-Quevedo se asentaron a lo largo del sistema fluvial del río Guayas, incluyendo sus principales ríos afluentes: Daule y Babahoyo, desde el golfo de Guayaquil hasta Santo Domingo de los Tsáchilas.
Su población numerosa y bien organizada contó con centros administrativos importantes.
Las viviendas de madera con techos de hojas de palma fueron construidas sobre plataformas elevadas o tolas de hasta 10 metros de diámetro y 2 metros de altura.
Las tolas empleadas para la construcción de los centros ceremoniales y casas comunales llegaron a medir hasta 60 metros de largo.
Sus enterramientos característicos fueron de tumba en forma de “chimenea”: dos o más vasijas superpuestas conformaban un tubo dispuesto verticalmente en cuyo fondo se depositaba el ajuar y el esqueleto.
La ubicación de esta sociedad sobre importantes corredores fluviales les permitió controlar las rutas comerciales así como la construcción de diques naturales y campos elevados para el cultivo de maíz y yuca.
Elaboraron en cerámica platos, cuencos, compoteras y grandes vasijas, conocidas como “cocinas de brujo”, caracterizadas por incisiones, puntos y diseños de serpientes o ranas que reflejan la fauna local.
Fueron también grandes metalurgistas. Trabajaron principalmente el cobre con el que fabricaron objetos como agujas, cinceles, anzuelos, pinzas depilatorias y numerosas y pequeñas hachas a las que comúnmente se les conoce como “hachas moneda”.
El sombrío matiz del cobre arsénico evoca el recóndito lugar de la entraña de la tierra, la incertidumbre que nos aguarda y el ancestro que la resguarda. |
muy buena informacion felicitaciones!!!!
ResponderEliminarmuy buena información...pero lo que busco es algo mas especifico
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